Buscar tesoros en tierra firme, ya es difícil, pero buscarlos en las profundidades del mar requiere estar formado de una pasta especial. ¿Quiénes son estos aventureros y cómo consiguen descubrir el lugar exacto de los galeones cargados de doblones?
Algunas de las monedas españolas encontradas por el equipo de Brent Brisben. Cortesía de 1715 Fleet – Queens Jewels, LLC
Uno de ellos es Kim Fisher y su familia, buscadores de tesoros especializados en galeones. El padre de Kim Fisher, Mel, encontró en 1985 parte del galeón español Nuestra Señora de Atocha. Más de 400 millones de euros en monedas de oro, plata y en joyas diversas. Ahora, su familia, está buscando el resto que falta.
Tesoro del galeón español Nuestra Señora de Atocha, encontrado en 1985. (Tesoros de Mel Fisher).
Mel Fisher, pasó 17 años rastreando el fondo del océano buscando el lugar de naufragio del Nuestra Sra. de Atocha. Durante este tiempo, perdió a un hijo y a una nuera cuando uno de los barcos se hundió, a veces tuvo que elegir entre la comida o la gasolina, con lo cual, les tocaba pescar para poder cenar. La búsqueda de un tesoro puede significar hacerse rico en un instante o la ruina completa.
El océano está lleno de naufragios
Según la Unesco, se estima que hay más de 3 millones de naufragios en el fondo del océano en todo el mundo. Es difícil calcular el valor total de lo que yace en el fondo del mar. La información histórica es muy variable y exceptuando algunos cargamentos que están más o menos documentados, el resto son conjeturas basadas en escritos o tradiciones orales imprecisas.Hay que tener en cuenta que muchos de estos naufragios no merecerían la pena y en otros, el coste de la operación sería considerable.
El equipo que anunció el descubrimiento del Port Nicholson, un barco mercante británico de la Segunda Guerra Mundial que se encuentra a 50 millas de la costa de Maine, dice que tenía 71 toneladas de lingotes de platino por un valor de alrededor de tres mil millones de dólares. Realmente es muy caro la búsqueda de naufragios y si encuentras algo, está después el desgaste de posibles litigios con aseguradoras y gobiernos.
Así que, lo más sensato es navegar con probabilidades altas de acertar en la búsqueda de un hallazgo rentable.
Labor detectivesca
El rastreo del tesoro no es fácil, implica tamizar cientos o miles de kilómetros cuadrados de arena del fondo marino.
La búsqueda de un galeón español a menudo comienza en el Archivo General de Indias, en Sevilla, aquí duermen las listas de carga de todos los viajes marítimos entre España y sus colonias.
En el manifiesto de carga, figura detallado el contenido que transportaba el galeón. A partir de ahí, se determina si vale la pena. Y se inicia una investigación, consistente en acotar el área a examinar. Se buscan datos de ubicación, última información disponible, si hubo supervivientes, en qué playa se halló a los náufragos, el tiempo que estuvieron a la deriva… es posible (con investigación inversa) averiguar dónde fue el hundimiento si sabemos la distancia y dirección en que remaron.
Lo que los archivos les dijeron a los Fishers sobre el Atocha, por ejemplo, fue que se hundió a cinco horas remando desde los Cayos Marquesas, lo que finalmente significó cubrir miles de millas cuadradas de mar en busca de más pistas. Finalmente se localizó en una posición secreta, pero no tanto. Abajo un mapa con la situación deducible después de algunas investigaciones con datos recabados en internet:
Hay que decir que los restos están esparcidos sobre una superficie de unos 27 kilómetros. En su travesía de 1622, la embarcación transportaba el increíble tesoro de 24 toneladas de plata en 1.038 lingotes,180.000 pesos en monedas de plata, 582 lingotes de cobre,125 lingotes de oro, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco, 20 cañones de bronce y más de media tonelada de objetos de plata, marroquinería e incluso semillas y animales.
Algunos de los tesoros del galeón Nuestra Señora de Atocha:
Ánfora con monedas.
Estas monedas, tienen un valor estimado de 300,000 dólares cada una.
Un anillo de esmeraldas encontrado por la tripulación de Fisher.
Los herederos de Mel Fisher se han quedado en el negocio familiar y continúan buscando tesoros en los naufragios.
Dos museos de Florida, el Mel Fisher Center and Museum y el Mel Fisher Maritime Museum en Key West, siempre tienen objetos del Nuestra Señora de Atocha en exposición.
La parte más valiosa de la nave es el castillo de popa, donde la nobleza a bordo escondía sus artefactos y botines personales. El lema de Fisher es: “mientras haga buen tiempo, dice, nunca descansamos”.